viernes, 1 de junio de 2012

Perry Mason

Así que de pronto el abogado requirió una personalidad concreta. Como si ser abogado no tuviese suficiente mérito. Debía, además, convertirse en quien resolviese el crimen. Encontrar la causa del delito es sólo parte de la solución. También debía encontrar al culpable, y la forma en que se cometió el crimen. Para ello requería información que alguna agencia de detectives le proporcionaba, pero que el propio abogado orientaba y de alguna manera esperaba encontrar. Tras localizar a cuanto testigo o probable fuente de información fuese precisa, Perry, (o Mason, como frecuentemente se le nombra en los relatos), justifica todo su quehacer, y va más allá. En algunos casos, como ocurre con todo "personaje" de novelas en serie, se erige en juez y perdona al verdadero culpable por ejemplo. O hace de cupido, o benefactor de algunos de sus clientes.
Interesantes historias que a pesar del tiempo transcurrido se mantienen dentro de la lógica ¿impecable? Al menos aceptable.
El caso del perro aullador, El caso del canario cojo, El caso de las piernas bonitas, son algunos de los ejemplos en los que este célebre abogado (porque es famoso incluso dentro de sus historias) da muestras de su calidad humana.

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