sábado, 16 de septiembre de 2017

Catfight (2016) Ellas también pelean a golpes

La palabra “catfight” (título de la película americana dirigida por Onur Tukel en 2016) me lleva a una imagen casi de caricatura, de dos gatos enzarzados mordiéndose y arañándose mutuamente en un pleito sin fin. Por lo que yo lo traduciría como “Pelea de gatos”, pensando en otros tipos de enfrentamientos feroces entre animales como gallos o perros pero, como esta historia trata sobre dos mujeres y estamos en tiempos en que el “género” cuenta, resulta tentador usar el femenino “gatas”.
Pelea, lucha, combate cuerpo a cuerpo, entre dos mujeres. Que no son soldados, ni delincuentes de ningún tipo, ni luchan por salvar su vida o la de alguien más. Sino personas aparentemente normales en el medio en que cada una se desenvuelve. Sandra Oh y Anne Heche personifican a dos antiguas amigas de juventud, Verónica y Ashley, que se reencuentran después de estar distanciadas por casi veinte años.
¿Qué va a provocar que estas dos mujeres adultas se den la golpiza de sus vidas?
Aunque no sabemos ni qué tan fuerte era la relación entre ellas (una lesbiana y la otra no), ni el motivo por el que terminaron su amistad, Sandra y Anne hacen totalmente creíble la incontenible explosión de violencia. Y nos hacen esperar otro y otro estallido más, cada uno como desquite del anterior.
Lo que me lleva a pensar ¿hay en la mujer una necesidad física de usar la violencia y la hemos anulado? ¿en todo ser humano existe un monstruo escondido y que surge cuando las ofensas lo rebasan? ¿Cómo detenerlo o evitar que nos destruya?
Cuando la película inicia nos damos cuenta que ambas mujeres tienen conflictos en su propio entorno y sus parejas están inconformes con ellas. Que Verónica sea alcohólica y Ashley no logre vender sus pinturas, nos hace suponer que al momento del encuentro ambas se sienten en desventaja frente a la otra... Saben que se fallaron a sí mismas, a sus ilusiones de juventud; y allí está la última persona que debía atestiguarlo, esa ex-amiga que no han logrado eliminar de sus pensamientos y que no sólo no creyeron que volverían a ver sino que aparece como juez implacable.
Hasta aquí, Tukel logra una historia creíble, una golpiza justificable si se la ve como la olla de presión que estalla. Pero, luego ¿qué sigue?
La revancha, claro. ¿O no? ¿Hay algún otro tipo de desquite, en la vida real, que no implique darse de puñetazos y patadas? ¿Será igual de satisfactorio recurrir a la ley o planear algún tipo de venganza que destruya a la ex-amiga ahora enemiga? ¿Se pueden evitar estas explosiones a través de la razón y los valores morales? ¿Y qué decir del amor, tiene cabida en alguna parte?
Conscientemente dejo de lado tanto el contexto, importante en la película pues forma parte de la crítica (sátira) a la sociedad y los valores que la definen, como las transformaciones de las protagonistas en los cuatro años y el modo como asumen su realidad cambiante.
Después de ver una excelente caracterización, me quedo con mis preguntas iniciales.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio