lunes, 8 de septiembre de 2014

Pancho Villa y los cosacos de Friedrich Katz

En noviembre de 2010, bajo el título de Villa se aparece en mis sueños: Friedrich Katz, y dentro de la sección de Convivio dedicada a "Doce voces de la historiografía mexicana" Christopher Domínguez Michael publica en Letras Libres una entrevista que le hizo al reconocido autor de la biografía de Pancho Villa: "The Life and Times of Pancho Villa" publicada en 1998. en  Standford: Stanford University Press.
Hacia el final de la entrevista Domínguez hace la pregunta clave, el cuestionamiento que intriga, sobre la aventura del intelectual, esa experiencia única del historiógrafo, ante su objeto de estudio. En este caso Katz frente a nuestro personaje de la revolución asesinado en 1923 en Parral, Chihuahua. 
He aquí la pregunta y parte de la respuesta.
CDM: ¿Qué dificultades encontró, como biógrafo, ante Villa y sus tres leyendas: la negra, la blanca y la épica? ¿Cómo transitó usted la frontera, que a los antiguos griegos y a los historiadores alemanes del siglo xix les parecía tan clara, entre la historia y la biografía? ¿Hay, finalmente, un Pancho Villa en sus sueños, en su memoria como biógrafo e historiador?
FK: Las dificultades eran enormes porque, en contraste con Carranza y con Cárdenas, Villa no dejó archivo. Había una tremenda cantidad de leyendas, al propio Villa le gustaba hacer leyendas sobre sí mismo. Pero la pregunta que me pareció más importante era quiénes eran los villistas y de dónde venían. En todos los libros se encuentra uno con los villistas heroicos; algunos dicen que fueron como Villa, antiguos bandidos, otros hablan de que eran vaqueros o tipos fronterizos bastante marginados. Esto para mí era un problema fundamental y allí ligo biografía e historia. ¿Cómo vencer estos obstáculos? Empecemos con los villistas y después volveré a Villa. Mi primera idea fue considerar que eran vaqueros; Chihuahua era un estado donde había vacas y una gran parte de la población criaba animales. Entonces me puse a estudiar si había precedentes de revolucionarios vaqueros, y eran muy pocos en la historia: en Asia estaban los vaqueros de Mongolia bajo Gengis Kan, pero ya imagino los titulares: “Katz dice: Villa, el Gengis Kan del siglo xx”. Eso recordaba a aquello de que Zapata era el “Atila del sur”. En fin: los mongoles eran algo muy diferente de lo que había en el norte de México.
Luego examiné a los cosacos; allí sí había materia de comparación. Los cosacos eran cultivadores pero al mismo tiempo tenían sus caballos y eran algo nómadas. Además vivían en la frontera y formaban colonias militares. Cuando miré al norte de México encontré más semejanzas; encontré que, por ejemplo, el centro de la revolución en Chihuahua era el distrito Guerrero y en el distrito Guerrero en el siglo xviii, como también en otras partes del estado, la Corona estableció colonias militares para luchar contra los apaches y comanches. Esos colonos perseveraron; les dieron privilegios, tierras, armas –lo que se prohibió completamente a los campesinos del sur. La cantidad de tierras que esos colonos tuvieron fue considerable y eran una especie de clase media campesina. Continuaron luchando contra los apaches durante todo el tiempo de la primera república, de la anarquía, de la república restaurada, hasta que bajo Porfirio Díaz terminó la guerra apache. En ese momento el estado ya no los necesitaba.
 Por otra parte, el mismo año en que fueron vencidos los apaches, en 1884, con la derrota de Jerónimo en Estados Unidos, se estableció la primera línea ferroviaria entre México y Estados Unidos, y entre el norte de México y la capital. El resultado es que aumentó tremendamente el valor de la tierra, los hacendados empezaron a cultivar tierras que antes no habían cultivado. Y empezó una ola de expropiaciones en estos pueblos. Cuando resistieron les quitaron el instrumento para protestar, su autonomía municipal, y les impusieron a los jefes políticos que a su vez impusieron a sus propios hombres como caciques y como presidentes municipales. Estos colonos militares son, para mí, la base de la revolución en Chihuahua, y en menor escala también en Durango. Y lo que me convenció aún más fue la lectura de dos entrevistas: una que le dio Villa a John Reed, describiendo su sueño de que al llegar la paz todos sus hombres se fueran a vivir en colonias militares, donde se entrenarían para defender la patria durante tres partes del tiempo y el resto del tiempo se dedicarían a cultivar la tierra. Y otra, una entrevista similar que dio Villa a un enviado de Woodrow Wilson con el que tuvo conversaciones en 1915.
Así que Villa asumió esa vieja tradición norteña de las colonias militares, y así pude saber quiénes eran los villistas, lo cual me puso en disposición de averiguar finalmente quién era Villa. El problema era entonces de dónde sacar la médula histórica de un personaje que no dejó memorias... Estaban las entrevistas concedidas por Villa, y las llamadas Memorias de Villa también, aunque las Memorias fueron redactadas después por Manuel Bauche Alcalde y no es claro lo que era de Villa y lo que era de Bauche Alcalde. 
...una de las cosas interesantes de Martín Luis Guzmán, omite todas las referencias de Villa a cuestiones ideológicas: para él Villa no pudo tener ideología.
Yo leí las entrevistas con todas las personas que trabajaron con Villa. Muchos dejaron memorias. Por ejemplo uno de sus secretarios... bajo el seudónimo de “Juvenal” en 1916, describiendo muchos aspectos desconocidos del personaje. Otro, que fue secretario de Madero y de Villa, también dejó memorias; esto ya es muy interesante, porque se ve a Villa desde otro ángulo. 
Y después encontré papeles de mucha gente que se escribió con Villa, por ejemplo Silvestre Terrazas, el secretario de Estado de Villa. En esa correspondencia y en las memorias del propio Terrazas se ven muchos aspectos del personaje. Por el contrario, las memorias de sus diferentes esposas tienen un valor limitado: lo muestran como esposo, pero Villa no tomaba en serio a las mujeres y no hablaba con ellas. Lo que ayudó enormemente fueron los informes de diplomáticos que lo conocieron y los servicios secretos que a veces tenían a sus agentes cerca de Villa, informantes bastante buenos, objetivos. Tomando todo esto en su conjunto pude tener una mejor idea del personaje. 
Es obvio que Villa cambió: hay períodos en que había fuentes muy nutridas, como las que cubren al Villa revolucionario, de 1910 a 1915, mientras que escasean las referencias entre 1915 y 1918. Otro de los revolucionarios que anduvieron con él y que escribió sus memorias cuenta las salvajadas que cometió Villa como guerrillero. Entre 1910 y 1914 nunca obligó a nadie a entrar a la División del Norte, eran voluntarios, pero de 1915 a 1918, en la época guerrillera, con la gente ya cansada de luchar y derrotada, Villa los obligaba a entrar a su ejército. Tomaba represalias contra las familias de quienes se oponían a combatir con él.  
Me ayudaron mucho los datos de inteligencia que recogió la expedición de Pershing, cuyos agentes entrevistaron a mucha gente: ex villistas, soldados capturados... ellos nos ofrecen el aspecto negativo de Villa. También los españoles mandaron alguna gente con él en 1914 y 1915, pues esperaban que Villa devolviera sus propiedades a los españoles. Y los alemanes tenían agentes con Villa.
CDM: ¿Y el fantasma de Pancho Villa?
FK: Se me aparece. Se me aparece no solo a mí sino a mi esposa, que recuerda que cada vez que íbamos de vacaciones éramos tres: ella, yo y Pancho Villa, porque seguía trabajando sobre Villa. No era demasiado raro encontrarme en una conversación con Villa, en la cual me decía: “Esta pregunta es imbécil, lo voy a fusilar.” Se me aparece con bastante frecuencia en mis sueños también.
En su introducción a la entrevista realizada el 13 de julio de 2010, en Filadelfia, poco más de tres meses antes de que Katz falleciera, Christopher Dominguez comenta, entre otras cosas, lo siguiente sobre el autor y su obra:  
Su Pancho Villa es menos una biografía que un retrato colectivo: el carácter psicológico de Villa le importaba poco a Katz. O más bien: fue a través de los villistas que Katz dibujó su enorme retrato, presentando al Centauro como un instrumento (nada ciego) de la comunidad flotante, errabunda, elástica, caprichosa de su gente, los fronterizos, los vaqueros que formaron la División del Norte. Katz fue a buscar muy lejos los motivos de esos rebeldes: entre los hunos, los mongoles y los cosacos. Su biógrafo nunca exalta a Villa, nunca lo denigra. Decía Katz que soñaba con él. No lo dudo: debieron ser sueños conjeturados, en el desierto, en la inmensidad.    

La información está tomada de la página :
http://www.letraslibres.com/revista/convivio/xi-villa-se-aparece-en-mis-suenos-friedrich-katz 
donde puedes encontrar las "Doce voces de la historiografía mexicana" por Christopher Domínguez Michael que se publicaron de enero a diciembre de 2010 en Letras Libres. 

I.-El Orbe de David A Brading
II.-Miguel León Portilla: 2,500 años de literatura 
III.-Jean Meyer: el historiador de la libertad religiosa
IV.-Christian Duverger en su isla
V.-John H. Elliott o el dominio del mar Atlántico
VI.- Hugh Thomas y su máquina del tiempo
VII.-Alan Knight: el Leviatán de papel
VIII.-Brian Hamnett: No son comparables 1810 y 1910
IX.-Eric Van Young: ¡Viva la bola!
X.-Guillermo Tovar de Teresa: Reconciliación con la Nueva España
XI.- Villa se aparece en mis sueños: Friedrich Katz
XII.- Eduardo Matos Moctezuma: Paradojas del aztequismo

A las anteriores entrevistas realizadas en 2010 para conmemorar los centenarios patrios mexicanos y publicadas en Letras Libres, Domínguez Michael añade tres más en su libro Profetas del pasado. Quince voces de la historiografía sobre México, publicado en coedición Ediciones Era y la UANL en 2011. En sus agradecimientos, el autor comenta que catorce de las quince entrevistas las realizó en español (la de Lord Hugh Thomas fue traducida por Tanya Huntington) y que algunas forman parte de la serie de televisión La Conquista (Clío TV).
Aclara que en la revista los artículos están organizados según realizó las entrevistas. En Profetas del pasado,  los artículos están reacomodados. El título, según nos cuenta en el prólogo, 
"... se lo robé a Jules Barbey d´Aurevilly, autor de Les prophétes du passé (1851), un ensayo histórico sobre los hoy bien ponderados contrailustrados y entonces apestadísimos enemigos de la Revolución francesa y de su herencia moderna. Estoy lejos de compartir el tradicionalismo ultramontano de aquel dandi y glorioso escritor, pero me encantó su idea de que frente al visionario sulfuroso, el diseñador de utopías ávido de imponerlas, debe prevalecer el historiador como profeta, como quien le otorga al pasado su sentido religioso y lo restaura..."
Los conversaciones faltantes son:
-Rodrigo Martínez Baracs: "La verdadera revolución fue la conquista"
-Guilhem Olivier: los falsos presagios
-Enrique Krauze: "Toda historia es contemporánea"

Los agradecimientos y el prólogo, al igual que algunas páginas de Profetas del pasado están en:
http://books.google.com.mx/books?id=EXrtAwAAQBAJ&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false 


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