sábado, 9 de agosto de 2014

No hubiera sido Juana

Echa un ovillo, estrechando la criatura recién nacida contra su cuerpo, sabía que debía tomar una decisión.
Su corazón criollo latía apasionado. Había logrado ocultar el embarazo fingiendo un caprichoso deseo por ver, una vez más antes de tomar los hábitos, la antigua hacienda del abuelo. Y así, abandonó el convento y con su nana negra se refugió en la casi derruida casona.
Pero no había resuelto lo que iba a hacer.
Se imaginó siguiendo los impulsos de su cuerpo, sacrificando los anhelos de su mente. Una vez más, como lo hiciera tantas veces durante los últimos meses, consultó al cielo estrellado. La bóveda oscura la bañaba con más interrogantes.  Esa pequeña prueba de vida ¿resolvía o incrementaba sus ansias de saber?
¡Si hubiera sido niño! En él podría encarnar sus búsquedas y sus esfuerzos. El sacrificio estaría justificado. En cambio, siendo mujer…
Miró con tristeza a la bebé.  Se la entregó a la anciana esclava.
-Tú me conoces, Nana. Juntas, únicamente viviremos humillaciones y desprecios. Como mi madre. –Reprimió un sollozo y agregó: -Llévasela a la virreina. Ella prometió cuidarla.


Dos meses después, Juana regresaba al convento y a sus libros.


junio 2009

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