lunes, 16 de junio de 2014

Los mosqueteros de Dumas

¡Ah! Una vez que te zambulles en la lectura de "Los tres mosqueteros", porque no hay otra forma de describir el acto de leer esta novela, quedas marcado para siempre. Francia e Inglaterra del siglo XVII y los príncipes y reyes de aquella época te serán tan familiares y cercanos como si hubieras vivido allí y junto a ellos esos pasajes de la historia que les tocó protagonizar.
Pero los mosqueteros..., los mosqueteros de Dumas..., como tantos otros de los personajes creados por él para sus novelas, ésos son "harina de otro costal". Porque no son verdaderos. No estuvieron donde se dice que lo hicieron, ni realizaron las hazañas que el autor les atribuye... Y lo sabemos, por desgracia. Son personajes producto de la imaginación y el esfuerzo de un escritor. De un escritor hábil, que se apoyó en el esfuerzo y talento de otros, y logró, no sólo ubicarlos, sino hacerlos actuar en momentos claves de la historia europea, convirtiéndolos en el factor determinante de los acontecimientos verdaderos.  
Tal vez eso no requiera tanto talento. Quizá es fácil hacer que un hombre joven, con ilusiones, inexperto pero valiente, se meta en problemas que lo superan, sólo por quedar bien con su amada. Y que sus tres amigos, algo mayores y experimentados, se decidan a ayudarlo sin mayor interés que el de hacerle una jugarreta a un político -en este caso un cardenal- o salvar el honor de una reina.
Porque Athos, Porthos, Aramis y D´Artagnan, sin mayor recompensa que la del honor propio, impidieron una guerra, protegieron a un rey, hicieron firmar acuerdos entre monarquía y parlamentos, además de otras proezas fallidas y de sufrir las injusticias e ingratitudes de aquellos a quienes ellos habían ayudado.
Y estos cuatro amigos, que en conjunto representan los valores y los ideales del hombre, tienen como rival verdadero su condición humana. Sus debilidades y sus pasiones, sus destrezas, sus incompetencias, sus ambiciones; sus éxitos y sus derrotas los elevan y los limitan. Los erigen como héroes en cuanto a su audacia y nos los acercan como seres de carne y hueso que pueden ser derrotados por la vida con el simple paso del tiempo.
Un poco eso es lo que los mantiene vivos. Pues más que un ejemplo, lo que Dumas nos da con sus mosqueteros es un espejo que nos refleja como humanos -pensantes y actuantes pero también espirituales y sensibles-, con capacidad de decidir nuestro destino, individual y colectivo, y de ser felices con la satisfacción que eso implica.


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