Persona Gramatical ¿Cuál eres tú?
Hace unos días cuando veía la película The Burial (Enterrando una ambición 2023) escuché con sorpresa lo que Gloria, la esposa del protagonista, le pedía: “Prométeme que no vas a hablar de ti en tercera persona”.
Se refería, sin ninguna duda, a la “tercera persona gramatical”. Pues cuando Willie Gary le refuta que él nunca lo hace, ella lo imita diciendo una de sus frases recurrentes: “Aquí llega Willie Gary en su avión Alas de Justicia...” Entonces él tiene que aceptar que sí, que a menudo se refiere a sí mismo en tercera persona.
Aunque el protagonista es abogado y esto presupone que él tenga un conocimiento más profundo del lenguaje escrito, me sorprendió lo acertado de la observación de Gloria; ya que, en efecto, como Willie Gary es el hablante (primera persona gramatical), debía expresarse con pronombre y verbo en primera persona: “Aquí llego yo, en mi avión Alas de Justicia...”
En lugar de eso, toma distancia de sí mismo, se despersonaliza, y se asume como el asunto del que se habla. Por tanto, al ser él, Willie, el tema del mensaje, le corresponde el verbo en tercera persona del singular, con nombre completo.
Tal vez decir: Yo llego, no es tan impactante como Willie Gary llega.
O el motivo podría ser otro. Explicaciones habrá, sin duda, en la sicología o en el comportamiento humano. Los niños pequeños tienden a referirse a sí mismos por el apodo de cariño con que los padres les llaman: “Bebé tiene sueño...” dice el nene tallándose los ojitos. ¿Y quién no ha escuchado, en una reunión, que alguien al entrar dice “Ya llegó el alma de la fiesta” queriendo decir que es él quien pone el ambiente? En ambos ejemplos el emisor se refiere a sí mismo en tercera persona. Igual que Willie...
Lo cierto es que ni tú ni yo, personas en el mundo real, somos personas gramaticales. Emisores, escritores, locutores, tal vez; incluso receptores, lectores, público, según sea el canal de la comunicación; hasta podríamos ser parte del mensaje; pero no personas gramaticales. Éstas pertenecen al ámbito de la lengua, de la Gramática, del lenguaje oral o escrito. Representan, en una oración, a quien realiza la acción del verbo: o sea al sujeto. (De qué o quién se habla) Pero también revelan quiénes son los participantes del acto comunicativo y desde qué posicionamiento se enuncian: el que habla, a quién se habla y de lo que se habla.
Yo hablante: ¿hablo de mí, hablante?, ¿hablo de ti, oyente, contigo?, ¿hablo de algo o alguien más?
En español las personas gramaticales son tres en singular y tres en plural. Ligadas con los pronombres personales que les son inherentes: Yo, tú, él, nosotros... Y con el verbo en concordancia con ellas; al grado de que con el sólo verbo podemos identificarlas.
Con el tema de la película he mencionado dos de las tres personas gramaticales. Como ejemplo de la segunda persona gramatical, la que me falta, que identifica a quién se habla, voy a usar el enunciado: “Prométeme que no vas a hablar de ti en tercera persona”. Independientemente de que Gloria antepusiera el pronombre Tú, o el vocativo Willie a su petición, por las dos formas verbales, “prométeme y vas”, sabemos que el sujeto de la oración es el oyente, a quién el hablante se dirige: la segunda persona gramatical.
No está de más recordar que emisor y hablante no necesariamente son la misma persona. Como tampoco lo son receptor y oyente. Aunque sí pudieran coincidir, en algunos casos: el escritor en su autobiografía, o el destinatario de una carta amorosa.
No fue así en este ejemplo: Allá por los años sesenta del siglo veinte, en el Monterrey de mi infancia, era común ver frases religiosas o ingeniosas pintadas en las defensas de camiones de trabajo o transporte, por lo general fatigados por el uso. Frases como: “Ayúdame, Virgencita”, “Dios es mi guía”, “Viejos... los cerros”, “Es mejor que andar a pie”.
Yo estaba en primaria y mientras papá me llevaba al colegio se las leía en voz alta. Me sentía orgullosa de entenderlas. Los mensajes eran claros, el emisor posiblemente el conductor, y el receptor -receptores, más bien-, todos quienes nos cruzábamos en su camino y pudiésemos leerlos.
Pero cuando leí ¡Se los dije...! escrito con grandes letras blancas en varios camiones materialistas, no supe interpretarlo. Eran una serie de interrogantes sin resolver: ¿Quién dijo? ¿Qué cosa dijo? ¿A quiénes se las dijo? Era obvio que no a mí. Y que los choferes no eran los autores.
Intenté completar la oración usando los pronombres de personas gramaticales que conocía: ¡Yo se los dije..., les dije algo, a vosotros, a ustedes, a ellos! Pero igual no tenía sentido. ¡Todo lo que yo tenía era una oración con un hablante en primera persona gramatical!
No podía ponerle rostro o nombre al emisor, tampoco descifrar el mensaje, y el posible receptor quedaba incógnito.
La explicación circuló como leyenda urbana: Un joven había jurado a su escéptica familia que les recordaría su falta de fe en sus aptitudes como empresario pintando en cada vehículo que le perteneciera esa frase. “¡Se los dije...!”
Ahora sé que las Personas Gramaticales sirven para redactar un texto con claridad y también para entender correctamente lo que lees. Pero hubiera ayudado entonces saber que el texto es el mensaje escrito.
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