A la caza de libros
Fue de mi época de búsqueda. Allá por los setentas del siglo pasado. Recorría todas, las escasas, librerías de la ciudad, y las visitaba una y otra vez.
No sé si quería encontrar algo concreto o sólo me impulsaba un vago deseo de ser... De ver, conocer, saber...
No tenía dinero propio, el poco que lograba reunir lo invertía en esos tesoros frecuentemente más valorados por quienes no tenemos opciones sociales mas atractivas: compraba libros.
¿Qué pensaba cuando los elegía?
Recuerdo que prefería textos cortos, narrativa, principalmente. Cuentos. Antologías, de cualquier autor, y nacionalidad. Literatura femenina. Y poesía.
Las ediciones de bolsillo, económicas, influían muchísimo, más bien determinaban, mi elección.
Estaba muy lejos la era del internet. Incluso la computadora era una herramienta fuera de mis dominios. Así es que los textos adquiridos eran mis trofeos íntimos. No compartidos con nadie.
No sé si por celos o por timidez.
El tiempo y las circunstancias me apartaron de esta actividad que en ese momento yo consideraba vital para mi alma pero ellos quedaron como testimonio. Muchísimos años después volvería a las librerías, primero buscando material de apoyo para mis clases y después, relatos de algún novelista consagrado pero que yo pudiera comprender.
Porque ése era otro de mis esfuerzos. Alcanzar a entender las obras que generaron las corrientes vanguardistas o el boom latinoamericano.
No lo logré. Aunque en esa época traté de imitarlos de manera caótica y sin sentido.
Concluí que me faltaba experiencia y talento.
Lo sigo creyendo. Todavía en este momento carezco de ambas cosas.
Tampoco soy buena lectora. No lo fui antes, no lo soy ahora. Aunque declararé en mi favor, que disfruté las lecturas adquiridas en esa época. Y las releí cada que se me atravesaron. Y fueron muchas veces, puedo decirlo con orgullo. En cada re-lectura descubría alguna omisión, algún olvido, alguna sorprendente idea del protagonista o la ausencia de algún pasaje que yo atribuía a ese relato en particular.
Ya no soy cazadora de libros... ¿Perdí el instinto? ¿la motivación? ¿las capacidades? O tal vez nunca existieron y no hubo brújula alguna. ¿Cómo saberlo?
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