martes, 16 de abril de 2024

"Rómulo, Remo y Rima reman con ramas" y otras (des)figuras...

Pues ya está visto que lo mío, mío, no es la rima. Y de allí a la poesía, a la verdadera, la de nuestro tiempo, que atribuye a Walt Whitman (1819-1892) reintroducir el verso libre en la poesía norteamericana y a William Carlos Williams (1883-1963) el ver en las cosas diarias y el lenguaje cotidiano la materia del poema, hay mucho camino por andar.

Sólo que estas dos aportaciones, por sí solas, no definen ni explican la poesía. Como tampoco la engloban las consideraciones formales, temáticas y sonoras que ayudan al poeta a expresarse.

El uso de recursos del lenguaje: figuras de pensamiento, de dicción, de construcción, es tan común en la vida diaria que las empleamos sin darnos cuenta: ironía, antítesis, paradoja, hipérbole, metáfora, comparación... entre las de significado; aliteración, anáfora, concatenación, retruécano... de repetición; y pleonasmo, hipérbaton, polisíndeton entre las de construcción.

Incluso normalizamos algunas expresiones, como las de Chespirito: “Como digo una cosa, digo otra”, “Fue sin querer queriendo”, “Se me chispoteó”; las de Cri-Cri que hace actuar como personas a animales y cosas: “Coman mosquitos cuara cua cuá,” dice la mamá patita al regresar del mercado. Las adivinanzas recurren frecuentemente al uso de repeticiones, comparaciones y juegos de dicción: “Te la digo y no la entiendes; te la vuelvo a repetir”, “Oro no es. Plata no es” (ambas son calambures: tela, plátano). Cuando exageramos: “Tiene un millón de ideas”, “Un hombre a una nariz pegado”; al usar la frase con intención diferente a la común, en sentido figurado: “Está muerta de envidia”, “el tiempo es oro, como pez en el agua, eres la luz de mi vida”. También en frases en las que alteramos el orden habitual de las palabras y hasta omitimos algunas: “La suerte de la_fea, la _bonita la desea” (mujer). Hasta cuando imitamos sonidos: kiquiriki, tic-tac, toc-toc, ring-ring (onomatopeya). Y en los trabalenguas: Pablito clavó un clavito... y chistes: “Un cuchillo le grita a una cuchara que pasaba por la calle: “Ey, cuchara”; como la cuchara no le contesta, el cuchillo dice: “parece que no escuchara”.

Captamos el mensaje sin mayor problema, pero no ponemos atención a la forma en que se transmitió: Las reglas sintácticas, la selección de vocabulario, las estrategias, los procedimientos, los recursos, los símbolos, los significados...; aspectos fundamentales en la realización de un poema.

Ese tipo de expresiones modifican el uso normal del lenguaje, ligeramente y no por error o para deformarlo sino con la intención de realzar una imagen, una idea, una emoción. En los poemas estos propósitos a veces se logran con la repetición de una palabra (al principio o fin de un verso o entre versos), o un sonido; otras, cambiando el orden “lógico” de alguno de los elementos; o agregando, o suprimiendo, enlaces o formas verbales; alterando algún vocablo; introduciendo expresiones coloquiales. O dando al vocablo un significado diferente al literal, lo que nos hace pensar en si es una comparación, se asocia con algo, simboliza otra cosa o, ya de plano exagera, se burla o está en clave.

Un ejemplo de retruécano (repetir una frase en sentido inverso) de Sor Juana Inés de la Cruz:

¿O cuál es más de culpar
aunque cualquiera mal haga
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

De Antonio Machado una concatenación (encadenamiento):

Todo pasa y todo queda
pero lo nuestro es
pasar, pasar haciendo
caminos, caminos sobre la mar.

De Luis de Góngora y Argote una antanaclasis (usar la misma palabra, pero con significados diferentes: cruzado y escudo eran monedas) y calambur:

Cruzados hacen cruzados
escudos pintan escudos
y tahúres muy desnudos
con dados ganan condados...

La Retórica permite estos “usos” si son un acierto al comunicar, pero cuando estorban son un vicio que hay que evitar. La repetición de sonidos dentro de un enunciado, por ejemplo: "Rómulo, Remo y Rima reman con ramas", si es intencional es aliteración, pero como vicio es cacofonía, por tanto, indeseable y hay que cambiar la palabra, el sonido, o expresar la idea de otra manera.

Tres tristes tigres comen trigo en un trigal” sería ¿aliteración, o cacofonía? Según se mire; hasta podría ser una figura de pensamiento y no de repetición. Es como la usó el cubano Guillermo Cabrera Infante (1929-2005) que a su novela ganadora del premio Biblioteca Breve Ed. Seix Barral 1964, la tituló “Tres tristes tigres” asociando su percepción de la realidad cultural de Cuba en esos momentos, con la dificultad que presupone el concepto trabalenguas.

Para finalizar transcriboLa ausente” un poema escrito por el mexicano Efraín Huerta en 1935, cuando tenía 21 años y que forma parte de su poemario "Absoluto amor" publicado unos cuantos años antes de "Los hombres del alba" (1944) poemario con el que marca una ruptura con las formas poéticas utilizadas en ese tiempo.

Si intentáramos sobrevolar con un “dron” imaginario sobre ese campo intrigante y desconocido que es un poema, para ver si podemos sacar una foto aérea con alguna claridad ¿qué es lo que veríamos? O mejor ¿qué es lo que buscamos?

Como cuando vemos una pintura por primera vez. ¿Te fijas en la selección y equilibrio de colores, en la composición, en el tema, en el tamaño, en la habilidad del pintor, en la técnica, en los materiales, en la precisión para representar la realidad o abstracción del concepto, en si hay símbolos? Probablemente lo que vemos es la obra en conjunto; que puede despertar una emoción de agrado o no, dependiendo qué tan afín sea a nuestra sensibilidad. Y si somos entusiastas repararemos en los detalles, para valorarla más. Pero la necesidad de esta apreciación surgirá después de haberla visto.

Así también la poesía.

Si “La ausente” te dice algo en la primera lectura... valdría la pena hacer un zoom (acercamiento) para identificar la rima y alguno de los recursos utilizados.

La ausente

Arriba del silencio
con la luz en declive
mi retrato de niebla.
Puramente un clavel
y una gladiola. Y tú,
dominadora de ti misma,
aguja en mi cerebro,
síntesis de mi edad.
La meditación diaria,
como una resbaladiza
palabra de ternura,
se me clava en el pecho:
seguramente oye
la rapidez absurda de mi sangre
o el fin de tu recuerdo
sobre mi piel. Arriba,
donde las palabras se vuelven
pedazos de cielo, un algo
de mi muerte se siente.
Tiniebla tibia, dibujo
de mi voz.

Efraín Huerta (1914-1982)


P.D.: En estas páginas explican con claridad ¡y ejemplos! las figuras literarias. Muy completas. https://concepto.de/figuras-retoricas/#ixzz8XaYDnpSH y en https://concepto.de/figuras-literarias/#ixzz8XaYqcDdN



sábado, 6 de abril de 2024

Rimar trenzado; con Sor Juana, Lope, y Bécquer

Sor Juana (1651-1695), Lope (1562-1635), Bécquer (1836-1870)

¿Yo, rimar con ellos? Ni en sueños. Entre los cientos de poemas de distintos tipos que escribieron, sin contar sus otros escritos en verso, tendrán rimas trenzadas, encadenadas, abrazadas, cruzadas, pareadas, y, desde luego, las continuas. Con rimas consonante, asonante y versos blancos, libres y sueltos, en cualquiera de los patrones usados en su tiempo para la estructura y métrica de los poemas. Porque, ya se sabe, no es lo mismo un soneto que una rima, una glosa, una redondilla, un romance, una endecha... para cada uno hay características específicas. ¡Si lo sabían Sor Juana, Lope y Bécquer! Y yo, de eso de versificar... Nada. No sé siquiera si podría.

Encontrar una palabra que rime con otra, no parece difícil: buscas que terminen igual desde la vocal tónica, y ya. Pero componer versos, de los de verdad, de esos que riman con otros y además tienen sentido y generan alguna emoción o te gustan por lo que dicen... Es muy distinto.

Ningún maestro de español nos puso a hacer poemas rimados. Lo que el programa educativo pedía era identificar en los poemas la métrica (Arte mayor o menor); la rima (consonante, asonante, libre); y el patrón de rimas (AAAA; AABB; ABBA, ABAB...). No sé para qué.

Me imagino cómo hubiese sido una clase aplicando, junto con las figuras del lenguaje y del pensamiento, los patrones para rimar.

El maestro empezaría ordenando una estrofa con Rima Continua; consonante. Pues son de los versos más fáciles, todos terminan igual. (aaaa)

Intento:

Yo no sé qué quería
el día que te ve
ía
mirando la lejan
ía
sin comer tu sand
ía...

De seguro pediría que continuáramos con los de Rima Pareada. ¿asonante o consonante? Creo que no importa con tal que vayan de dos en dos: (aabb)

¿Podrá ser asonante?
Pregunté sin mir
arte
Y tú te sonre
íste
y así ¡me confund
iste!

Seguiría con un reto algo complejo: Rima Cruzada. Ahí sí hay que ponerse serios. Todos los versos pares tendrán la misma rima. Y los impares también rimarán sólo entre ellos. (abab)

Entonces la tristeza
que alberga mi coraz
ón
encuentra que es pro
eza
cantarte esta canci
ón.

¿Y qué tal la Rima Abrazada? Más complicada: en un cuarteto, los versos de los extremos se emparejan uno con otro, mientras que los dos versos de en medio riman entre ellos. (abba)

Dirán que no te quiero
Dirás que me olvid
é
Yo sé que no soñ
é
No te debo din
ero.

Aunque le metí bastantes ganas, no creo que el maestro de rima me hubiera dejado llegar a este nivel. Quizás me habría sugerido, desde la malograda rima de sandía, amablemente y sin correrme (no como hizo el de canto cuando la prueba de solfeo), que intentara otra cosa.

Porque sí, todavía falta la Rima Trenzada, que es todo un reto. No se trata de cuatro versitos tontos con rima no consecutiva como la cruzada, sino que, además, debe de conectar varias estrofas siguiendo un patrón más elaborado: ABA-CBC-DCD-EDE... ¡Y con métrica! Porque sí, son de Arte Mayor o Menor.

¡Santo cielo! Mejor ni intentarlo.

Tampoco los de Rima Encadenada, también complejos. Apenas Sor Juana, que escribía Romances, octosílabos con rima asonante en los pares, y los impares sueltos.

¿Y si para terminar me copio unos cuantos versos del prólogo de sus Obras (2a edición) publicado en 1690?

No todos los sesenta y cuatro, claro. Tantitos del principio (pues siento que se aplican a mi caso, a mi fallido esfuerzo por rimar) y los últimos cuatro porque... Porque la autora de las Redondillas es simplemente genial; ¡hasta para disculparse!

Estos versos, lector mío,
que a tu deleite
consagro,
y sólo tienen de buenos
conocer yo que son
malos,
ni disputártelos quiero,
ni quiero
recomendarlos,
porque eso fuera querer
hacer de ellos mucho
caso.


Y adiós, que esto no es más que
darte la muestra del
paño:
si no te agrada la pieza,
no desenvuelvas el
fardo.

Sor Juana Inés de la Cruz