viernes, 29 de marzo de 2024

Lero, lero... candelero. Rimar, cosa de niños.

No sé si eso sea cierto.

Si hacer rimas sea muy sencillo para los niños. Si así fuese, entonces encontraríamos que en todas las épocas y en todos los idiomas se da y ha dado la rima como una forma natural de expresión oral.

En tal caso, debe haber surgido desde la prehistoria, cuando los primeros seres humanos se las ingeniaban para comunicarse entre sí con algo más que gestos y señales. Es decir, al asociar los sonidos que emitían espontánea o inadvertidamente con la acción que se encontraban realizando. Y seguramente los volvían a repetir en otro momento similar.

Y al momento que esos sonidos evolucionaban para convertirse en lenguaje, probablemente algunos fueron usados para ocultar el furor de una tormenta o inducir la calma y se repetían entonados, en susurros breves, o se musitaban con ritmo lento, cadencioso..., como primitivas canciones de cuna.

Tal vez sí; tal vez no. ¿Quién puede asegurarlo? Lo que es innegable es que las canciones de cuna son melodías dulces, con ritmo y métrica definida con las que se arrulla a los niños y dada su sonoridad y repetitividad lo familiarizan con su lengua materna y quizá lo enlacen con la poesía.

La inasible, indescriptible, poesía. La que hasta renombrados poetas intentaron conceptualizar fuera de los esquemas convencionales que la estructuran en versos y estrofas con métrica, rima, ritmo, perfectamente delimitados.

Entre tantos otros, cómo no recordar la Rima de Bécquer:

“¿Qué es poesía?, dices mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul. / ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? / Poesía… eres .

O la preceptiva poética de León Felipe:

Deshaced ese verso. / Quitadle los caireles de la rima, / el metro, la cadencia / y hasta la idea misma. / Aventad las palabras, / y si después queda algo todavía, / eso / será la poesía”.

Por eso, porque su esencia es la del arte mismo y corresponde al artista desentrañarla, me limito a la rima. Esa repetición, juego de niños, de sonidos, sílabas o vocales, a la que recurrimos cuando la simple idea, la emoción, el momento, nos exigen destacar algo que la palabra sola no alcanza a capturar. Cuando en son de burla o reto le cantamos “Lero, lero, candelero...” a quien no logró alcanzarnos, o con ternura entonamos “A la rurru niño, a la rurru ru...” al pequeño que queremos tranquilizar.

Pero dado que la repetición se da en cualquier forma de expresión oral y escrita, vale la pena recordar o revisar las diferencias más “visibles” entre prosa y poesía. A grandes rasgos, si a simple vista comparamos uno y otro texto escrito, identificamos la prosa por los renglones escritos que van de extremo a extremo de la hoja mientras que en el poema la extensión es irregular, variable; la medida del verso podría darse por la cantidad de sílabas. En la prosa, los renglones se continúan en párrafo hasta que la idea está completa. En el poema, los versos se agrupan en estrofas y la cantidad, tanto de versos como estrofas, dependerá del criterio del escritor o del modelo de poesía en que se inspira.

Con estos pocos elementos, verso, estrofa, métrica, rima y la aclaración de que tanto en poesía como en prosa hay recursos literarios que bien usados mejoran la comprensión o el deleite de cualquier texto, pero un mal uso se convierte en obstáculo, defecto, vicio que entorpece y desanima, volvamos a la rima.

En cada una de las expresiones “El que se fue a la Villa perdió su silla”, “El que se fue a Torreón perdió su sillón” y en “Me salió verso sin esfuerzo” con facilidad identificamos dos palabras que riman pues todos los sonidos desde la última vocal tónica se repiten: Villa con silla; Torreón con sillón; verso con esfuerzo. Pero, aunque dos palabras rimen, como en estos casos, no necesariamente se trata de versos o de poesía.

En poesía, la rima o concordancia, puede ser consonante, asonante o libre; según los fonemas que se repitan en dos o más versos a partir de la vocal tónica de la última palabra del verso.

La rima consonante o perfecta se da cuando son iguales todos los sonidos, vocales y consonantes, a partir de la vocal tónica de las palabras en rima. Así ÚNICA y TÚNICA tienen rima consonante, sus sonidos son idénticos, a partir de la Ú.

En la rima asonante, o vocálica, la concordancia de sonidos es sólo con las vocales. Por tanto, ÚNICA tiene rima asonante con ÚLTIMA, SÚPLICA, y MÚSICA, pues tienen los mismos fonemas vocálicos (u-i-adesde su vocal tónica Ú y al menos una consonante diferente.

El poema “Un soneto me manda hacer Violante” de Lope de Vega (Fénix de los Ingenios, Monstruo de la Naturaleza), es una muestra de la poesía del Siglo de Oro español: versos de Arte Mayor, endecasílabos; rima consonante con esquema ABBA ABBA CDC DCD; además de una estructura simétrica, equilibrada, conforme a las preceptivas poéticas de ese momento.

Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara conson
ante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.

(A)
(B)
(B)
(A)

(A)
(B)
(B)
(A)

(C)
(D)
(C)

(D)
(C)
(D)

Posteriormente la poesía tomó otros cauces como hemos visto en los poemas de Bécquer y León Felipe: con rima asonante y verso libre. Además de otros recursos literarios y licencias poéticas que usan los escritores, pues no puedo evitar preguntarme si realmente era azul "la pupila" (no las pupilas), o se trató de buscar la rima vocálica con".

Sin desaparecerla, el poeta transforma la rima hacia un plano donde las imágenes y las sensaciones creadas para despertar emociones en los lectores se perciben menos forzadas, con naturalidad.

Pero la rima sigue viva y actualmente toma fuerza con el Rap. Este género musical, que influye en la cultura y la sociedad de todo el mundo, surgido a fines de los años setenta del siglo pasado, se apoya en la voz (como desde hace cientos de años lo hacían los griots en África) y con música de fondo acompaña rimas y poesía recitada.

Rimar... Cosa de niños. ¡Desde siempre!



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