Al rescate de un poema atribuido a Borges
Un poema firmado JLB que inicia con el verso: El olvido que seremos.
Un escritor, Héctor Abad Faciolonce, hijo del Dr. Héctor Abad (acribillado en Medellín en 25 de agosto de 1987)
La historia: En noviembre de 1987, Héctor Abad publica en el dominical de El Espectador que cuando encontró muerto a su padre, éste traía dos papeles en el bolsillo, uno era una lista de personas amenazadas por los fascistas y el otro un poema sobre la muerte "El olvido que seremos" firmado JLB y escrito (o copiado) a mano. Abad atribuye el poema a Borges.
"Por su belleza y por la forma en que lo encontró, el poema es también el epitafio de la tumba de su padre"
Veinte años después, Abad escribe un libro sobre su padre "El olvido que seremos", y menciona el poema.
La polémica. Y entonces empieza la polémica que tardaría dos años en aclararse:
¿En realidad es de Borges el poema? ¿O Abad inventó la paternidad para darle proyección a su libro...?
Hubo comentarios de todo, desde que inventó lo de haber encontrado el poema, hasta que el poema era de otro autor. Un poeta colombiano, Harold Alvarado Tenorio, le dijo que el poema había sido escrito y publicado después de la muerte de Abad padre... en 1993.
Dado que el poema no aparece ni en la Obra Poética ni en las Obras Completas de Borges y como Abad había perdido la copia de puño y letra de su padre descifrar el enigma parecía imposible.
Pero Abad estaba decidido a encontrar la verdad. Y ayudado por una estudiante investigadora siguieron varias pistas, enviaron mails a expertos y publicaron un artículo en el periódico solicitando información relacionada o que diera pistas.
El poema publicado por Tenorio, tenía errores de métrica, algunas palabras cambiadas y repetía otras. Por lo cual la idea del plagio se reafirmaba, apoyado con las declaraciones de los académicos y de María Kodama. A pesar de que Tenorio se contradecía en sus declaraciones: Primero los poemas eran de él, luego de Borges, quien se los dio a él, y posteriormente rectificó que se los había dado a una amiga de él en Nueva York.
En respuesta al artículo publicado en Medellín apareció Tita Botero que sabía de dónde había copiado Abad padre el poema. <<Traía un recorte de la revista Semana, del 26 de mayo de 1987, con una nota de introducción, una foto de Borges en el centro y abajo dos sonetos, explicados así: "Acaba de aparecer en Argentina un 'librito', hecho a mano, de 300 copias para distribuir entre amigos. El cuaderno fue publicado por Ediciones Anónimas y en él hay cinco poemas de Jorge Luis Borges, inéditos todos y, posiblemente los últimos que escribió en vida (sic). Casi un año después de la muerte de Borges, se publica este cuaderno por un grupo de estudiantes de Mendoza, Argentina, que tienen toda la credibilidad y el respeto para obligarse a decir la verdad. Aquí reproducimos dos de esos cinco poemas de Borges". Uno era el suyo.>>
A partir de aquí, la investigación fue más sencilla: se investigó en los archivos del programa de radio que semanalmente hacía Abad padre en Medellín y se encontró la grabación en la que había leído el poema. Con esta evidencia, presentada a Tenorio, él reconoció que Jaime Correas, uno de los estudiantes mendocinos mencionados en la revista Semana, era quién le había dado los sonetos que a su vez él posteriormente publicaría.
Correas confirmaría todo y completaría la historia:
A partir de aquí, la investigación fue más sencilla: se investigó en los archivos del programa de radio que semanalmente hacía Abad padre en Medellín y se encontró la grabación en la que había leído el poema. Con esta evidencia, presentada a Tenorio, él reconoció que Jaime Correas, uno de los estudiantes mendocinos mencionados en la revista Semana, era quién le había dado los sonetos que a su vez él posteriormente publicaría.
Correas confirmaría todo y completaría la historia:
<<Los sonetos fueron dados en mano por Borges a Franca Beer, una italiana que vivió en Mendoza casada con Guillermo Roux. Ambos, junto al poeta galo Jean-Dominique Rey, fueron a visitar a Borges. Roux hizo unos dibujos de él mientras el francés lo entrevistaba. Al final de la entrevista, Rey le pidió a Borges unos poemas inéditos. Borges le dijo que se los daría al día siguiente, para lo cual Franca volvió sola al otro día. Borges le dijo que abriera un cajón y que sacara unos poemas que allí había. Ella los tomó, hicieron copias y se los dio. Franca conoce acá a un personaje adorable, que hoy está viejito, pero vivo, llamado Coco Romairone. El se los hizo llegar a uno de mis compañeros. Yo los estudié y publicamos cinco de los seis que llegaron. Pero hay más, Rey los tradujo al francés y los publicó con los dibujos de Roux en Francia en su revista. >>
Abad viajaría a Mendoza, a Buenos Aires y a París para conocer a todos los protagonistas de esta historia, pues sentía la necesidad de que se lo dijeran frente a frente. Y hasta que no vio el cuadernillo editado por Correas y las traducciones de Dominique Rey y platicó con Franca Beer y su esposo Guillermo Roux y con Coco Romairone, entonces se convenció de que los poemas eran de verdad de Borges.
<<Ahora hay en el aire un sinfín de historias para contar, y tantos más protagonistas. Lo dice Correas, la discusión va a existir siempre, porque el único que podría dirimirla sería Borges. Pero a ninguno de ellos parece importarle el veredicto, su historia está cerrada. Abad lo tiene claro: "Salí a buscar al autor de ese poema para atribuírselo, aunque el mismo poema diga: No soy el insensato que se aferra, al mágico sonido de su nombre". >>
Abad viajaría a Mendoza, a Buenos Aires y a París para conocer a todos los protagonistas de esta historia, pues sentía la necesidad de que se lo dijeran frente a frente. Y hasta que no vio el cuadernillo editado por Correas y las traducciones de Dominique Rey y platicó con Franca Beer y su esposo Guillermo Roux y con Coco Romairone, entonces se convenció de que los poemas eran de verdad de Borges.
<<Ahora hay en el aire un sinfín de historias para contar, y tantos más protagonistas. Lo dice Correas, la discusión va a existir siempre, porque el único que podría dirimirla sería Borges. Pero a ninguno de ellos parece importarle el veredicto, su historia está cerrada. Abad lo tiene claro: "Salí a buscar al autor de ese poema para atribuírselo, aunque el mismo poema diga: No soy el insensato que se aferra, al mágico sonido de su nombre". >>
Y este es el poema en cuestión:
Aquí. Hoy.
Soneto atribuido a Jorge Luis Borges.
Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y que no veremos.
Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y del término, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.
No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá que fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo
esta meditación es un consuelo.