domingo, 8 de noviembre de 2020

Un cuento memorable de Las Mil y una Noches

La Historia del jorobadito no es mi historia preferida entre las más conocidas de Las mil y una noches pues no hay genios, ni magos, ni seres sobrenaturales que orillen la imaginación o amenacen la realidad.

Cuando Scherezada termina la, ésa sí, fantástica historia de Bedredín-Hasán, narrada por el visir Giafar a Harún Al-Raschid en Las tres manzanas, da comienzo a una cascada de relatos de “nota roja” que no serán ni más sorprendentes, ni crueles -aunque tampoco menos- que muchos de los que contará después.

En las siguientes ocho noches, (veintiuna, o sesenta y una según otros) el sultán Schariar escuchará los relatos que un sastre, un médico judío, un intendente y un mercader cristiano le contarán al “Rey de la China” para librarse de ser ahorcados. Historias de amor que empiezan con mutilaciones de dedos y manos; o con inocentes acosados, apaleados y despojados de sus bienes. Historias en las que todos los protagonistas aceptan su realidad: su culpa o su incompetencia; y se resignan a seguir con su vida, con el destino que Alá les tiene reservado -pues no hay que olvidar que son cuentos orientales- sin guardar rencor o desear vengarse.

Es importante destacar que la curiosidad del “Rey de la China” no recae en alguno de los hechos que acaba de escuchar, o en su interés por hacer justicia, sino en un polémico personaje descrito en la narración del sastre: un barbero.

Y será éste, el barbero, con su inesperada intervención, quién regresa al lugar principal de la historia al jorobado, a quién ya nadie recordaba, y quién es el merecedor de que se reconozca como suya esta sorprendente historia. Que, ya sabemos, trata de un hombre que pudo haber muerto de no ser por la serie de eventos y relatos que se sucedieron, por voluntad de Alá, para que siguiera con vida.

Porque, bien mirado, llámese destino o coincidencia, para salvar la vida del jorobadito todos debieron estar allí y haber hecho lo que hicieron, incluso intentar deshacerse del cuerpo. Visto al revés: el jorobadito no sobreviviría si el sultán no hubiese querido conocer al barbero, y no habría barbero si el sastre no hubiese ido la tarde anterior a la reunión que inspiró su historia, y no habría historias si el rey de China no hubiera impedido la ejecución de los culpables, y no habría cuatro culpables si el sastre no hubiera intentado deshacerse del cuerpo del jorobadito al que invitó a cenar sin conocerlo...

Evidentemente Scherezada sabía que en cualquiera de las circunstancias anteriores la historia del jorobado no llegaría ni a anécdota...

Como también sabía que debía generar suspenso continuo y permanente a lo largo de sus relatos lo que logra enlazando narraciones en las que un personaje de la historia principal cuenta un cuento donde un personaje de esta segunda historia cuenta un cuento donde...

En la Historia del jorobado, Scherezada, personaje ella misma de Las mil y una noches, cuenta que cada uno de los personajes mencionados cuenta su historia. Y que ellos también dejan a un personaje de su relato que cuente su propia historia. Así, el mercader cristiano permitirá al “joven manco” que nos diga como perdió su mano derecha; el intendente dejará que “el convidado” explique la falta de sus pulgares, y el medico judío hará lo mismo con el segundo “joven manco”. El sastre, por su parte, en su relato incluye a dos personajes antagónicos: el “joven cojo”, que explica su accidente, y el barbero quién, además de su historia, cuenta las de sus seis hermanos, al término de las cuales el sastre retoma su propia historia: encerraron al barbero, invitó al jorobadito a cenar... y la termina con él mismo en presencia del Rey de la China. Scherezada concluye la narración original con la intervención del barbero, al que el rey hace traer, pero la enlaza con la siguiente:

No es esta historia, sin embargo, más singular que la de los dos visires...”

Y tal vez tenía razón.

Pero hay algo más que vuelve este cuento muy atractivo, además de las narraciones enmarcadas, y es el motivo por el que el sastre invita a cenar al jorobado: para alegrar a su esposa que está enojada porque él regresa de una fiesta (en la que conoce al barbero con cuya historia el "Rey de China” hará comparecer al barbero que revivirá al jorobadito). Y esto lo sabemos ¡casi al final...!, cuando el sastre concluye su relato.

"Si no hubiera habido fiesta..."

Mejor no pensar en las implicaciones. La fiesta es la causa y en la fiesta está la solución. Y no importa en qué punto se empiece a contar la historia, el sastre la inicia pero también la cierra y la función del jorobadito, que no participa en todo el cuento, es manifestar el poder de Alá.

Así de simple. O complicado.

En todo caso un cuento memorable.

jueves, 5 de noviembre de 2020

LA SORPRENDENTE HISTORIA DEL JOROBADITO

Es uno de los relatos icónicos de “Las mil y una noches” que incluye varias historias, antes del sorpresivo desenlace en el cual la voluntad de Alá es el verdadero protagonista.

Inicia con una broma fallida durante una cena ofrecida por un sastre y su esposa a un jorobadito -bufón del Rey de China-, que resulta en la inesperada muerte del invitado.

El matrimonio abandona el cuerpo inerte afuera de la casa de un médico judío quien, accidentalmente, tropieza con él y creyendo haberlo matado lo oculta en la casa del vecino que trabaja en palacio. El intendente golpea al intruso que encuentra en su patio y se deshace del cuerpo recargándolo afuera de una tienda donde al pasar un mercader cristiano y creer estar siendo asaltado, pide ayuda y es acusado y llevado a las autoridades como responsable de la muerte del bufón.

Ahorcarán al culpable al amanecer. A punto de ejecutar al mercader se presenta el intendente para sustituirlo. Por su parte el médico judío llegará para tomar el lugar del intendente y finalmente el sastre confesará ser el verdadero responsable.

Pero el relato de Scherezada apenas empieza aquí...

Antes de ahorcar al sastre, el Rey de China ordena que todos sean llevados a su presencia, junto con el cuerpo del bufón. Tras escucharlos, ¡tal es su dolor! ordena que ahorquen a los cuatro.

Y ésta, hasta aquí sorprendente historia (en palabras del Rey de China) aún no termina.

Se antoja un indulto, o al menos un intento por parte de alguno de los culpables para que se anule la sentencia. ¿Qué se puede argumentar que ni ofenda al rey ni cuestione el poder de Alá sobre la vida de los mortales y les permita vivir?

¡Contar Cuentos!

El mercader negocia el perdón de los cuatro si relatan una historia -por supuesto real- más sorprendente que la que acaban de protagonizar con el jorobadito. El relato no le parece tan sorprendente al rey, ni tampoco la que contará el intendente, ni la del médico judío. La esperanza de salvación queda entonces en el sastre. ¿podrá él salvarlos a todos?

¡Ah! ¡El sastre! ¿Qué podrá contar que supere a los tres anteriores, sin recurrir a hechos ficticios, ni mezclar seres sobrenaturales, y que pueda satisfacer a tan exigente auditorio?

Va a hacer lo mismo que sus antecesores, al menos al inicio: va a dejar en boca de otro la narración. Pero no de uno sólo, sino de dos personajes, antagonistas entre sí, y a quienes, para dar más veracidad a su historia, afirma que él conoció en una fiesta horas antes de la fatídica cena en su casa.

Al terminar el sastre ambos relatos (en realidad ocho: el del joven cojo por culpa del barbero, y el de éste que en su defensa de inocencia contó las historias de sus seis hermanos), agregó que los reunidos en la fiesta castigaron al barbero encerrándolo en una bodega oscura y llena de ratas. Y cierra el sastre su narración incluyendo su cena con el jorobadito, la muerte de éste, los intentos de ocultar el cuerpo, la presencia de cada uno de los cuatro convictos para salvar a un inocente y la comparecencia de todos ellos ante el Rey de China.

¿Será ésta historia lo suficientemente sorprendente y maravillosa como para que el rey los indulte?

Tal vez sí, si fuera cierta... Pues ésa fue una de las condiciones implícitas en la negociación.

Y para verificar los relatos del sastre hay que traer al barbero.

Y sí, todo ha sido como el sastre contó.

¿Qué más se puede pedir además del indulto, para hacer más sorprendente este cuento del jorobadito que Scherezada relata a Schariar? ¿Que resucite al jorobadito cuyo cuerpo ha quedado olvidado desde la historia contada por el nazareno?

Pues sí, pero ni siquiera el Rey de China puede hacer eso.

Pero el poder de Alá y su voluntad se manifiestan no sólo en la curiosidad del barbero que lo hace examinar el cuerpo y advertir que está vivo y que, con ungüentos, pinzas y gran habilidad, logrará extraer el bocado con la espina del pescado que estaba atorado en la garganta del bufón. El poder de Alá también está presente en toda la cadena de situaciones que se originaron incluso mucho tiempo antes de la cena con que inicia esta historia y en las que se derivaron del intento de deshacerse del cuerpo del bufón de donde surgen las historias del barbero, como queda claro cuando Sherezada hace decir al Sultán:

Si, gracias a Alah, no hubiese estado aquí este barbero, el día de hoy habría sido el último de la vida del jorobado. Pues sólo por la ciencia y el mérito de este barbero hemos podido salvar su vida

Y ésta sí es la sorprendente historia del jorobadito. (Y del sastre... y del médico judío... y del intendente... y del nazareno... y del barbero).